Por Liliana Cárdenas.
La cultura es el conjunto de conocimientos, valores, tradiciones, usos, costumbres, etc., que una determinada sociedad ha ido creando. Es importante insistir que esta cultura puede ser encaminada a respetar la dignidad de la persona humana, sin distinción alguna; este es precisamente el eje fundamental del Estado constitucional.
Por regla general, las sociedades actuales transmiten la cultura a través de los programas de estudio que nos ofrece la educación formal, de tal suerte que, pareciera que todas las esperanzas para la generación de una ciudadanía solidaria, responsable e igualitaria están puestas en el diseño curricular que nos ofrecen las instituciones educativas, autorizadas y avaladas por el Estado. Así, el currículo es una estructura programática, que desarrolla, bajo ciertos esquemas específicos, una serie de contenidos, habilidades, aptitudes y valores. Por ello, los valores que se transmiten o forman a través del currículo, deben tener una perspectiva de respeto a la dignidad humana de todas las personas, con independencia de su condición social, económica, sexual, política, religiosa, etc.
Importancia del currículo.
El currículo, en un sistema educativo es la base fundamental del mismo, ya que mediante él se introducen aspectos de contenido, de habilidades y de valores encaminados a la formación de las personas, futuros ciudadanos y ciudadanas. Por ello, es urgente la introducción ya no solo de la educación sobre los Derechos humanos, sino específicamente la incorporación de la cultura de la igualdad y de la libertad; es importante inculcar, desde la educación temprana, una serie de valores encaminados a generar una cultura de respeto y valoración de la mujer, de tal forma que dicho respeto se vaya incorporando a la cultura de todo ser humano, como una cuestión enteramente normal, como se supone que debería de ser.
Precisamente los derechos de género promueven la igualdad, y pretenden reducir y eliminar los orígenes y efectos de la discriminación que sufre la mujer a partir de la atribución psicosocial del género femenino; la transversalidad de los derechos de género en el currículo permitirá no sólo apreciar el valor de la igualdad, sino reconocer, analizar y enfrentar situaciones sustanciales discriminatorias.
Desgraciadamente, en nuestros tiempos, puede apreciarse la inconsistencia curricular que deviene de la superficialidad de los saberes, valores y habilidades, que en el currículo se contemplan, pues basta analizar los hechos que se denuncian por alumnas de diversos niveles académicos, en diferentes Estados y naciones, en donde el acoso y el hostigamiento sexual de sus compañeros y profesorado es una constante, y en donde la lección aprendida es la normalización de la objetivización y violencia contra la mujer.
Perspectiva de género como herramienta necesaria.
La perspectiva de género debe incluirse de forma prioritaria en el currículo transversal, pero también en la organización administrativa de las instituciones educativas, en donde se fortalezcan los valores universales, el respeto a los derechos humanos, y ante todo, el diseño de manuales de organización institucional que permita prevenir, atender y solucionar el fenómeno de discriminación y violencia contra las alumnas y profesoras.
Precisamente uno de los puntos fundamentales para educar en pro de los derechos de género, está en la capacitación y sensibilización del profesorado, pues a ellos les corresponde la transmisión formal de los valores, habilidades y aptitudes de respeto a los derechos de las mujeres. En este sentido, también somos corresponsables las madres y padres de familia, pues nos toca asistir a las escuelas para padres, realizar un trabajo autocrítico de deconstrucción de estereotipos y roles sociales inequitativos, pues somos los intermediarios entre los patrones de comportamientos tradicionales, adversos a la dignidad de la mujer y la transmisión de nuevos valores con contenidos mucho más acordes al respeto de los derechos de las mujeres.
Si queremos construir sociedades igualitarias es indispensable la contribución de toda la comunidad académica: instituciones, personal administrativo, profesorado, alumnado y padres y madres de familia; la educación igualitaria es corresponsabilidad de todos; sólo de esta forma podremos educar para la igualdad a las presentes generaciones, ya que como decía Frances Wright “la igualdad es el alma de la libertad, de hecho, no existe libertad sin ella”.
Sobre la autora
Liliana Cárdenas es Doctora en Derecho, Investigadora Nacional del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT. Profesora-Investigadora y Vicerrectora de Investigación y Posgrado de la Escuela Superior de Derecho y Ciencias Políticas. Autora del libro “El derecho de género en el contexto educativo”.